09 julio 2006

Londres 27: Covent Garden

Que a nadie le lleve a engaño el nombre, Covent Garden no es un parque, es una plaza peatonal en pleno centro de la ciudad, en el corazón de lo que llaman Theatreland. El nombre le viene de que por los andurriales se concentran la mayoría de los teatros de prestigio, y de que por tradición y disposición urbanística se presta para el teatro callejero.

Poco más tengo que decir del sitio, porque mi atención estuvo centrada en todo momento en lo que allí ocurría. Hoy es domingo, y en todo momento había varias actuaciones en marcha, y para todos los gustos: magos, mimos, malabaristas, bailarines, cómicos, comediantes y gente del espectáculo en general. Todos ellos siguen una dinámica muy similar, que consiste en empezar con cositas muy ligeras para ir atrayendo al público y luego lanzarse al show, que suele desarrollarme en un ambiente participativo y divertido. La comedia es la reina de Covent Garden.

La improvisación es clave en estos espectáculos, y no sólo porque se trata de un espacio público y hay que jugar con las cartas que te tocan (paseantes que pasan del espectáculo o incluso que lo alteran, diversos ruidos ambientales, las variables condiciones climatológicas de Londres, sobre todo el viento...), sino también porque nunca sabes cómo va a ir reaccionando tu público y te tienes que ir adaptando. Y esa es otra de las claves: el público.

Los espectáculos se hacen siempre con la participación del público en mente, tanto animándolos como meros espectadores pasivos (para que aplaudan, griten o delimiten el escenario) como empleándolos como parte integrante del show. Y, aunque se ve que tienen buen ojo para seleccionar a gente que les vaya a dar una buena respuesta, siempre existe un riesgo tremendo. ¿Y si el niño de cuatro años que has elegido porque es mono no se va a poner a llorar y escapará en medio del show? ¿Y si ese tiarrón que parecía tan mazas no es capaz de soportar tu peso para ayudarte a subir a la cuerda floja? ¿Y si la chica guapa que eliges como ayudante para los trucos de magia resulta ser un cardo? El caso es que, es un misterio, pero todo sale bien siempre. Por supuesto que me tocó subir al metafórico escenario, y me tocó como bailarín... y, misteriosamente, por una vez no tuve dos pies izquierdos. Será la magia del espectáculo.

Como espectador es muy difícil decirles que no a los artistas. Vale que yo iba predispuesto a hacer lo que fuese, cualquier cosa por unos aplausos, pero incluso los que parecían más renuentes acababan saliendo si se les animaba un poco. No hablar el idioma no es excusa, los artistas saben que la mitad de los presentes son turistas y está contemplado en los espectáculos. Tampoco se cortan un pelo a la hora de pedir pasta al final de la actuación, pero como ya he mencionado es muy difícil decirles que no. Por otra parte, tienen mucha razón, dándole dos libras a cada uno te gastas menos dinero que yendo al cine, y la verdad es que te lo pasas de fábula.

Lástima haber venido por aquí en mi última semana en Londres, porque seguro que repetía.

2 Comments:

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Anonymous Anónimo said...

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