07 julio 2006

Londres 25: The Docklands

Mediante este nombre genérico se denomina a una amplia zona de la orilla norte del Támesis que empieza pasando la Torre de Londres y siguiendo río abajo. Antiguamente (más o menos hasta que la aplanaron a bombazos los alemanes) estaba plagada de muelles de mercancías, pero el panorama cambió mucho a mediados del siglo XX por las nuevas necesidades comerciales (grandes portacontenedores, optimización de las comunicaciones, mayor demanda de espacio) y urbanísticas (la ciudad necesitaba espacio edificable para viviendas y centros de trabajo, y las Docklands estaban casi pegadas a la City). Las mercancías se trasladaron a la desembocadura del río y comenzó una nueva etapa para la zona, pero se mantuvo su extensa red de canales fluviales, y eso es precisamente lo que le da un atractivo carácter distintivo. Será que soy de pueblo costero, que me gusta ver agua.

La zona más cercana al centro son los St Katharine’s Docks, un barrio superpijo de la muerte. Son todo casitas bajas al pie de los muelles, que por cierto están petados de yates y veleros. Hay unos cuantos pubs y restaurantes, pero tienen pinta de ser de esos a los que sólo pueden ir los Lannister o los Rothschild. Así que... pasando. Es bonito, pero no es para mí.

Río abajo nos encontramos con Canary Wharf, y es un cambio radical. En esta zona se ha permitido la construcción de edificios de hasta 30 alturas, lo que la ha convertido en una segunda City al emigrar hasta allí muchas empresas que necesitaban espacio a precios razonables. En Canary Wharf encontramos un conglomerado de enormes edificios de hormigón, acero y vidrio, destinados a viviendas, oficinas y locales comerciales, todo a las orillas de los canales. Afortunadamente no resulta en absoluto opresivo como la City, los espacios son muy abiertos y da gusto estar por la zona... bueno, al menos a los urbanitas como yo nos gusta.

En los meandros del Támesis, siguiendo río abajo, nos encontramos con la Isle of Dogs, una zona eminentemente residencial que de verdad debería recibir el calificativo de Little Venice ya que, a diferencia de aquella de la que ya he hablado, en esta sí que circula vida por los canales. De hecho, muchas casas no tienen plaza de aparcamiento, sino embarcadero. Como barriada resulta muy especial, poco práctica, pero especial.

El paseo termina justo enfrente de Greenwich, y como no podía ser de otra manera me crucé el río para darme un banquetazo de especialidades inglesas en sus estupendos locales. No sé si será que yo soy raro o que la gente es muy difícil de conformar, pero cada vez afirmo con mayor convicción que en Inglaterra se come muy bien.