02 octubre 2006

Vuelve Beowulf Shaeffer

... y vuelve con motivo de mi inminente viaje a Italia. Para empezar, he ido posteando algunos de los artículos pendientes del viaje a Francia del año pasado (10 y 11 de septiembre por ahora), a los que seguirán los correspondientes de Italia. Para 2008 se prevén más andanzas del viajero espacial por la gélida Polonia y de vuelta a la pérfida Albión. Stay tuned!

11 septiembre 2006

Montpellier 11: Le Jardin du Champ de Mars

Para mí es obligado comenzar este post haciendo una referencia a la traducción del nombre de este parque, o más bien del del parque homónimo de París. Hay algo que está claro, y es que la traducción canónica del Campo de Marte hay que conservarla precisamente por ser canónica, pero... ¿es que los traductores que impusieron esta versión no se dieron cuenta de que en París hay un Champ de Mai?

En cualquier caso, el Campo de Marzo montpellierano no tiene nada que ver con el parisino. Para empezar es mucho más pequeño, y para seguir es mucho más acogedor. Cuando hablé del Jardin des Plantes me maravillaba de sus posibilidades lúdicas, pero hoy me ha quedado claro que los padres locales prefieren llevar a las bestezuelas al Champ de Mars. Este parque está lleno de contradicciones que lo hacen a la vez atractivo y desdeñable, y una de ellas son sus estupendas extensiones de césped plagadas de carteles que prohíben pisarlo. Claramente, todo el mundo hace caso omiso, e incluso los animadores del ayuntamiento se dedican a montar gymkanas sobre él, pero siempre queda la duda de si vendrán los gendarmes a arrestarte por gamberro (al parecer se toman lo del césped muy en serio). Otra son los columpios y demás mobiliario para uso infantil (y botellonil), que dan la impresión de ser auténticas trampas mortales, lo que por otra parte los equipara a los auténticos columpios de mi infancia. ¿Qué interés tiene un parque infantil si no corres el riesgo de partirte la crisma en él?

Además de niños hay muchos jovencitos, probablemente procedentes de la residencia universitaria vecina. Aportan el punto tirado-curda y el toque minifalda-veranito que debe tener todo espacio lúdico para estar completo. Por cierto, a los muy frikis os encantará el nombre de la residencia universitaria: el Corum.

Para concluir, comentar que en el Champ du Mars hay un gigantesco petancódromo al aire libre, con capacidad para una docena de partidas simultáneas. Es un entretenimiento tremendamente popular por estos andurriales, tanto que hasta los punkarras de enhiestas crestas se echan una partidita de vez en cuando, demostrando que la tradición y la anarkía son perfectamente compatibles.

10 septiembre 2006

Avignon

Tras una jornada de acción sin límites, una visitilla cultural de relax. Como ya sabréis, Avignon destaca en la historia por haber sido la sede del Papado durante varias décadas, y eso hace que los sentimientos de orgullo local e independencia se vean muy acentuados. El bilingüismo y el sentir occitano son mucho más visibles aquí que en cualquier otra localidad en las que he estado. Por supuesto, en Avignon no ha habido antipapas, los antipapas eran los de Roma.

Lo primero que se ve al llegar a la ciudad son las murallas. De piedra blanca, muy bien trabajadas, una alegría para la vista... pero enanas. A lo sumo deben llegar a los 4 metros en su punto más alto. Comenté el detalle con un aborigen, y la respuesta fue la obvia: los papas se defendían de sus enemigos a base de excomuniones y sobornos, y las murallas de Avignon eran meramente decorativas. Detalles como este son los que permiten adquirir perspectiva de los acontecimientos históricos.

A continuación pasamos por el Pont de Sant Bénezet (el Puente de San Benito, cómo no, en occitano), una construcción medio en ruinas sobre el Ródano. Bueno, más bien una media construcción no en ruinas, ya que la parte que se conserva está perfectamente: la otra parte se la llevó una riada tiempo ha y decidieron que no merecía la pena reconstruirlo. Así pues, el famoso Pont d’Avignon de las canciones no vale para cruzar el río, pero sí para danser tous en rond, algo para lo que fui de los primeros en apuntarme ahora que soy todo un experto en bailes regionales occitanos.Evidentemente, el plato fuerte de la visita fue el Palais des Papes. La zona en la que está incluye un escarpadísimo promontorio que domina todo el valle, y el palacio está construido para aprovechar la orografía, con lo que en ocasiones se pueden encontrar estupendas mezclas de arquitectura y geología al servicio de la defensa. Y digo defensa porque más que un palacio parece un castillo de sólido y resistente que es. El edificio se conserva estupendamente, ya que a lo largo de los años se han ido encargando de restaurarlo con muy pocas modificaciones, pero la decoración y el mobiliario están completamente arruinados: durante la Revolución se utilizó como cuartel del ejército y los soldados se calentaban en invierno quemando tapices y tronos varios.

Además de como monumento histórico, el Palais es sede de un importantísimo evento cultural: el Festival de Teatro de Avignon, un acontecimiento de fama mundial que se celebra en el patio de armas del palacio. De hecho, aprovechando la coyuntura se ha habilitado un ala del palacio como museo del Festival, y allí se pueden admirar los disfraces que docenas de actores de prestigio han vestido en sus interpretaciones. Como la mayoría de los disfraces eran medievaloides, ayuda a ambientar un poquito más el entorno. Como era de esperar, en otra de las alas del palacio hay un museo del Papado, en el que se resume la historia de los papas aviñoneses, por supuesto barriendo para casa y planteándolo como la edad de oro de la Iglesia.

E
l detalle friki con el que me he quedado ha sido la Habitación del Ciervo. Es un pequeño cuarto situado justo al lado de las estancias del Papa, accesible sólo desde el dormitorio papal. La versión oficial es que se llama así por las escenas de caza pintadas en las paredes... pero entre que aún recuerdo lo que aprendí en literatura gallega sobre las cantigas y su simbología, que no olvido que estamos al lado de Provenza, y que todo me encaja... sólo puedo decir una cosa: “Es bueno ser Papa”.

La última visita del día fue al Pont du Gard, un acueducto romano que se encuentra a unos kilómetros de allí. En su día se empleaba para llevar agua de las montañas a Nîmes, la ciudad más grande de la zona en aquellos tiempos, pero las invasiones bárbaras lo volvieron inútil por falta de mantenimiento. La construcción se encuentra en perfecto estado (los romanos hacían las cosas para que durasen), y si no fuera por los siglos de sedimentos que se han acumulado en las canalizaciones seguiría cumpliendo su función. Está ubicado en un entorno espléndido, sirviendo como puente sobre el río Gardon, y sus alrededores son fantásticos para tomar el sol, darse un baño, hacer un picnic o dar un paseo en canoa. El clima acompañaba, pero el tiempo era escaso... de haber podido, habría plantado una tienda de campaña y me habría quedado allí una semana entera.

09 septiembre 2006

L'Hérault

El título del post me viene al pelo para describir dos cosas que comparten nombre y que hoy he descubierto en todo su esplendor. Hérault es el departamento de Francia donde se encuentra Montpellier, y también es el río que atraviesa y da nombre a dicho departamento.

A lo largo de estos días ya he dado algunos apuntes sobre los paisajes que se pueden admirar en la zona costera de Hérault, pero hoy mi camino me ha llevado al interior, que no podía ser más diferente. Las marismas y llanuras costeras dan paso primero a una zona de garrigas y luego a unas colinas bastante abruptas cubiertas de vegetación. Las rocas imperantes en esta zona son las calizas, y la erosión de viento y agua han creado unos picos escarpados y unos valles profundos de enorme belleza.

Uno de estos valles es el que crea el río Hérault. Bueno, valle es sólo al final, ya que cerca de sus fuentes forma unos cañones y unas gargantas que quitan el aliento. Y por estas gargantas me he lanzado a practicar el descenso en canoa por primera vez en mi vida, una experiencia que sin duda repetiré muchas veces a partir de ahora. Estamos a final del verano y el río está casi seco, con lo que los rápidos están especialmente traicioneros a causa de la escasa profundidad (la piloto estaba bastante empanada y nos pasábamos el día encallando, con lo que por lo general superábamos las dificultades a base de fuerza bruta). En cualquier caso, el descenso fue emocionante pero no peligroso, y cuando llegamos a la zona tranquila me permití el lujo de relajarme y disfrutar del sol y del paisaje. Un momento verdaderamente extático.

En días como hoy no puedo recomendar ningún local. El agua y las galletas a la sombra de los sauces tras catorce kilómetros de esfuerzos saben mil veces mejor que cualquier delicia que me puedan presentar en un plato o en una copa.

08 septiembre 2006

Montpellier 10: L’église Sainte-Anne

Sí, mis queridos lectores, hoy hablaré de otra iglesia. No, no me he vuelto beato, perded cuidado, de hecho Sainte-Anne destaca precisamente porque de iglesia sólo tiene la fachada. Me explico.

Antiguamente era una iglesia como las demás, parada obligada del Camino de Santiago y toda la pesca. De hecho es muy bonita, y tiene un campanario bastante molón que puede verse a muchos kilómetros a la redonda (está en la cima de la colina y por ordenanza municipal no se puede construir más alto que el campanario, de ahí su gran visibilidad). Pero llegó la Revolución y se convirtió en un museo, costumbre que ha perdurado hasta nuestros días.

También resulta muy agradable el entorno de la iglesia, que al dejar de ser terreno sagrado empezó a albergar en la vecindad unos cuantos locales de ocio, especialmente restaurantes. Es como las típicas fiestas de aldea en el patio de la iglesia, pero con locales pijos en vez de con pulpeiras.

El local del día está cerca, pero no forma parte de este entorno. Se llama Book in Bar, y es un estupendo café librería. No como la Casa del Libro, que es las dos cosas pero no destaca en ninguna, aquí hay buen café y buenos libros. Además tiene cerca una tienda de juegos (que no de juguetes) y un par de tiendas de cómics (que no de tebeos), lo que convierte a la rue Bras de Fer (la calle del Pulso) en uno de los principales ejes del frikismo local.

07 septiembre 2006

Montpellier 9: Antigone

Antigone es un barrio de nueva construcción de la zona este de la ciudad. El proyecto corrió a cargo de Bofill, y por tanto se considera que el barrio entero es un monumento que uno no se puede perder. Por mi parte, disiento.

Yendo de oeste a este, salimos de la Place de la Comédie y en seguida entramos en Antigone, donde encontramos dos horrendos edificios: el Triángulo y el Polígono. Se trata de dos centros comerciales diseñados con muchas pretensiones, así en plan modernolo, pero que son un auténtico castigo a la vista y que casi quitan las ganas de comprar. Como único punto positivo puedo decir que implican que haya muchas tiendas cerca del centro. Seguimos.

Un poco más allá empieza una zona llena de viviendas y restaurantes en la que impera el neoclasicismo. Y cuando digo que impera es que es algo exagerado: no sólo la arquitectura es de inspiración griega, también las estatuas y los nombres de las calles. Es un ambiente bastante más agradable que el de la otra parte del barrio, pero la palabra “pretencioso” no le abandona a uno mientras recorre esta parte de la ciudad.

Debo reconocer que Antigone tiene cosas muy positivas. La primera de ellas es el espacio, es un barrio muy abierto y luminoso, y seguro que resulta agradable vivir allí. La segunda es la solución que le han dado a la orilla del río (el Lez marca el límite oriental de Antigone), han conseguido conjugar a la perfección el uso lúdico y la proximidad al río con una excelente canalización para cuando lleguen las crecidas (la gota fría afecta a la región).

En cualquier caso, Antigone no me convenció para quedarme a tomar algo y me volví al centro, donde encontré un nuevo local maravilloso. La Brasserie de l’Aubrac destaca, ante todo, por su ingenioso método de llamar a la clientela: los grupos tocan en la calle, a la puerta del local, y no en el interior. De hecho yo me dirigía hacia otro local cuando escuché un canto de sirenas en forma de trío de jazz que me llevó irremisiblemente a encallar en su terraza. La placita es muy agradable, los precios son adecuados, y el grupo que tocaba hoy era muy bueno. No sé exactamente dónde está, pero para encontrarla otra vez me bastará con buscar el origen de tan dulces sonidos.

06 septiembre 2006

Montpellier 8: Le Jardin des Plantes

Efectivamente, este nombre tan redundante no engaña a nadie: hoy he visitado un parque. No es tan hermoso como Regent’s Park, ni tan grande como Hyde Park, ni me trae tantos recuerdos como El Castro, pero a su manera es muy especial.

Fue creado hace ocho siglos como complemento de la facultad de medicina y, a pesar de que a lo largo de los años ha tenido sus idas y venidas, actualmente desempeña esa misma función. Esa vocación académica marca mucho sus formas, ya que obliga a que bastantes zonas estén cerradas al público y ha llevado a que todas sus estatuas sean de científicos y escritores, nada de políticos ni militares.

No obstante, la mayor parte del recinto está abierta al público, y la impresión que me llevé es que debe ser el lugar perfecto para que jueguen los niños. A pesar de su intención marcadamente científica está repleto de veredas, puentes, muros, senderos, escondrijos, túneles, desmontes, árboles, todo tipo de complementos para soltar a las fieras. Probablemente esté prohibido jugar allí, ya que los rapaces pueden estropear las especies que los biólogos cuidan con tanto esmero, pero parece hecho ex profeso para tal fin.

En cualquier caso, también resulta un lugar espléndido para dar un paseo, irse a comer o tirarse a leer bajo un árbol. Cada una de sus zonas es muy diferente a las demás (probablemente sea el único lugar de Francia donde se pueda encontrar un jardín inglés y un jardín francés juntos), y está diseñado de forma que al doblar algunos recodos te encuentres con una imagen completamente distinta a la de la zona que acabas de abandonar. La ciencia y el arte van de la mano en el Jardin des Plantes.

Por cierto, hoy a mediodía han sonado las alarmas de ataque aéreo de la ciudad. No es que nos estuviesen invadiendo los suizos ni nada parecido, al parecer es tradicional hacerlas sonar el primer miércoles de cada mes a las doce para comprobar si siguen funcionando. Es algo muy pintoresco, sobre todo teniendo en cuenta que el último ataque aéreo sobre suelo francés tuvo lugar hace más de medio siglo. Si queréis bombardear una ciudad francesa, ya sabéis cuál es el día idóneo.