06 julio 2006

Londres 24: Regent’s Park

Una combinación de cielo con nubes y claros y una absoluta desidia me llevaron hoy a la clásica visita a un parque para pasear y no tener que pensar. El elegido fue Regent’s Park, y celebro la apatía porque es el que más me ha gustado con diferencia. Veamos por qué.

El parque en su mayoría se parece mucho a los demás: grandes espacios abiertos, gente por ahí tirada leyendo o practicando deportes, algunos árboles desperdigados. Pero el feeling de Regent’s Park es distinto, y una de las cosas que lo marcan es que, así como en otros parques la gente juega al fútbol y al frisbee, en este se dedican al críquet o al golf. Pero no es ese el quid de la cuestión.

La gran diferencia de Regent’s Park es el Inner Circle. A pesar de tan esotérico nombre no se trata de una logia masónica ni nada parecido. Simplemente, en el corazón del parque hay un recinto vallado (pero de libre acceso) que contiene un fabuloso jardín. Y sí, digo fabuloso, porque es un jardín de cuento de hadas. Hay decenas de parterres, cada uno con una variedad distinta de flor, y por extraño que parezca todas gozaban de una lozanía inesperada en pleno verano (las flores del Flower Walk de Kensington Garden estaban todas mustias, por ejemplo). Un auténtico regalo para la vista y para el olfato.

El límite septentrional está marcado por el Regent’s Channel, un canal artificial que antaño se utilizaba para el tráfico de mercancías y que actualmente hace las funciones de paseo ribereño y de atracción para turistas. No tengo la seguridad, pero me dio la impresión de que algunas de las embarcaciones atracadas en el canal eran empleadas como vivienda y no como vehículo, en plan Hong Kong total. El Regent’s Channel termina al oeste en un cruce de canales denominado Little Venice, que aunque está bastante bien no tiene nada que ver con la ciudad italiana ni por su apariencia ni por el uso (o en este caso falta de uso) que se les da a los canales.

Para terminar, confesar que en mi frikismo me pasé por Baker Street (está pegadita a Regent’s Park) para averiguar qué había en el 221 B, y la respuesta es: una obra. Un poco más arriba, a la altura de los doscientos cuarenta impares, hay una recreación de la casa de Sherlock con actores y tal, para los más fans. Yo no entré, tenía toda la pinta de ser una trampa de Moriarty para los turistas...