22 junio 2006

Londres 10: El Museo Británico (III)

Tercera visita, y supongo que penúltima, al que se ha convertido con diferencia en mi lugar favorito de Londres. No sé qué voy a hacer de mi vida cuando ya lo haya visto todo, igual acabo viniendo sólo para tomarme unos cafés y darle repasitos a cosas. O igual debería darle una oportunidad a otros museos, digo yo.

En cualquier caso, empecé la sesión donde la había dejado la última vez, en la Edad Media. Como era de esperar me harté de ver Cristos en todos los formatos posibles, pero a pesar de todo reconozco que las piezas que más me gustaron fueron de arte religioso. Se trata de las Tring Tiles, una colección de baldosines pintados en los que se pueden ver numerosas escenas de la vida de Jesús cuando niño. Lo verdaderamente maravilloso de estas obras es su carácter absolutamente blasfemo, se ve que al autor le encargaron que hiciera una serie con esta temática pero que no hay mucho que contar, así que... empezó a inventárselo todo. Las Tring Tiles nos muestran a un Jesusito bastante gamberro y con muy mala fama entre los vecinos, que se ve envuelto en bizarras situaciones (muchas veces provocadas por él mismo, y que no es raro que acaben con gente muerta) y que termina por solucionar a base de milagros. En resumen, es como Zipi y Zape pero con superpoderes.

En la Biblioteca del Museo me encontré una estupenda sorpresa. Allí, donde nadie va nunca a ver, tienen el making of del museo. Es una especie de exposición en la que se tratan temas como las exploraciones, los inicios de la arqueología, los procedimientos de clasificación... y el descifrado y traducción de textos en idiomas ignotos. En esta última parte (aunque fue la primera que fui a ver, claro está) tienen una de las reproducciones de la Piedra de Rosetta, de las que hicieron para repartir entre los eruditos del mundo entero a ver si eran capaces de descifrarla. Pero la tienen sin protección y con un cartelito que dice “Please touch”. Nunca creí que me fuese a proporcionar semejante placer morboso acariciar una piedra.

Allí tienen también una pequeña sección dedicada a fósiles y minerales. Es muy pequeña, pero tiene unas piezas tan estupendas que hacen pensar que, si lo que guardan allí son las sobras, lo que exponen en el Museo de Historia Natural tiene que ser la bomba. Otro que me apunto para próximas visitas.

De esta vez también me he dado un rule por las secciones de Japón, Corea y África. Las tres son muy pequeñitas (de hecho la de Japón estaba en reformas, así que sólo había una muestra de una docena de piezas en exposición en otra sala) y no hay demasiado que destacar de ellas.

La última cosa con la que me quedé antes de irme es que cerca de la entrada a la sección de América hay un moai (una de las cabezas de piedra de la isla de Pascua, para los que no dominen las lenguas polinesias). Vale que es uno de los pequeñitos, tendrá unos dos metros de altura, pero coño, que es un moai. Hay que tenerlos cuadrados para traerse semejante bicho de las antípodas en un barco de vela, mi admiración por los navegantes británicos sigue creciendo por momentos.

1 Comments:

Blogger Beowulf Shaeffer said...

Y mientras estaba en la sección de África mis chicos de Ghana le estaban dando lo suyo a los yankees. Me da pena haberme perdido el partido, se me fue completamente la olla. Voy a tener que ir comprando protector solar a litros para toda esa superficie que va a quedar expuesta a la intemperie. Pero me alegro un mundo igualmente. Go Ghana! ¡A por Brasil!

11:25 a. m.  

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